La capacidad de innovación de una economía desempeña un papel fundamental para el crecimiento económico, ya que incide directamente en la productividad y puede contribuir, de manera decidida y decisiva, al crecimiento sostenible. No en vano, la innovación es uno de los factores básicos de la competitividad, junto a la estabilidad macroeconómica, la eficiencia del mercado laboral, el desarrollo tecnológico o la sofisticación de la empresa y del mercado financiero. Así, en un mundo cada vez más globalizado, con mercados cada vez más competitivos y clientes cada vez más exigentes, la necesidad de innovar es cada vez mayor. Necesidad entendida
Tradicionalmente se ha entendido la innovación en dos ejes fundamentales: producto y procesos. Gipuzkoa lidera actualmente el gasto en I+D en la CAV con un 2,71% del PIB, muy por delante de la media de Europa (2,06%) y de los territorios del entorno (Bizkaia: 1,9% - Araba: 1,66%). Además, mientras otras administraciones y empresas han levantado el pie del acelerador en el ámbito de la investigación y la ciencia, Gipuzkoa sigue acortando distancias con los países más avanzados. De la primera división de países europeos en gasto en I+D sólo Países Bajos y Eslovenia han aumentado, al igual que Gipuzkoa, más de 10 centésimas su inversión en est