Una de cada cuatro empresas vascas se mueve en un terreno de arenas movedizas en términos de financiación, en muchos casos porque carece de una estructura financiera sólida que apuntale sus balances y ofrezca la garantía de riesgo de crédito que exigen las entidades crediticias. Otras veces se trata de empresas superespecializadas en actividades cuyas rentabilidades no alcanzan a vislumbrarse en el corto plazo. “O empresas ya consolidadas que ven limitado su crecimiento orgánico por las enormes exigencias impuestas por un proveedor financiero, hoy mucho más amable con una ‘startup”, afirma Xabier Caño, vicepresidente del Grupo Agaleus. Con el
La existencia de instrumentos financieros públicos y privados, y la estrategia de colaboración entre ambos, ha hecho posible dotar al tejido empresarial vasco de una sólida, saneada y bien articulada estructura financiera con la que superar la crisis y afrontar hoy nuevas inversiones y crecimientos.El crecimiento, en términos empresariales, siempre lleva aparejados la necesidad de financiación y el riesgo. Y el negocio del riesgo es extremadamente voluble. “Cuando la cosa se tuerce, el mercado te da la espalda”, afirma el director financiero de Kutxabank, Joseba Barrena. “Por ello es importante mantener las líneas de avales del Gobierno v