"La Ingeniería del futuro"

José Antonio Garrido, presidente de la Asociación para la Revitalización del Bilbao Metropolitano, Bilbao Metropoli-30

José Antonio Garrido, presidente de la Asociación para la Revitalización del Bilbao Metropolitano, Bilbao Metropoli-30.

La Ingeniería se define hoy como una actividad sin fronteras y lo será aún más en el futuro. El conocimiento, inherentemente móvil, es la materia prima del nuevo sistema. La creación de riqueza conllevará, sin duda, redistribuciones importantes que producirán cambios económicos y políticos.

Si la política se ha definido como el arte de lo posible, y la ciencia se podría definir como el arte de lo resoluble, la Ingeniería, en palabras pronunciadas hace muchos años por un gran ingeniero y empresario vasco, Manuel Sendagorta, es el arte de lo practicable. El arte de lo practicable, optimizando el triángulo coste-plazo-calidad.

La Ingeniería utiliza la ciencia, pero es diferente en su naturaleza y en sus objetivos, es una profesión científica pero el examen del ingeniero está en la calle, en el mercado, no en el laboratorio. La ingeniería es una conexión, un puente entre la ciencia y la sociedad a la que sirve. Se dirige a construir, transformar o a resolver problemas. Es este saber hacer, precisamente, lo que, tanto en los pequeños como en los grandes proyectos de los últimos 100 años, ha otorgado un lugar de honor a la Ingeniería.

Las tradicionales y fecundas habilidades y actitudes del ingeniero, combinadas con los avances científicos, abren un inmenso campo a la Ingeniería. Casi todo es ingeniería y no voy a referirme a los tristes ejemplos de la mal llamada ‘ingeniería financiera’. Hoy la ingeniería genética, la bioingeniería, la ingeniería celular, la ingeniería atómica, la ingeniería de materiales, etc. abren nuevas e inmensas posibilidades.

La Ingeniería tiene un lugar muy importante en este mundo moderno, complejo y globalmente interdependiente. Nuestros ingenieros deberán ser personas flexibles, capaces de pensar críticamente; con la agilidad suficiente para afrontar el impredecible futuro y capaces de buscar oportunidades que emerjan en sectores empresariales no tradicionales.

Personalmente, estoy convencido de que el ingeniero está especialmente preparado para afrontar la complejidad. Su labor tiene que conjugar muchas demandas, a veces contradictorias, tanto de índole técnica como comercial, financiera, humana... El ingeniero cuenta con una formación científico técnica, pero tiene que saber, además, de personas, de la forma en que se organizan y trabajan eficientemente en equipo, de cómo funciona una empresa y de cómo los nuevos productos son concebidos, desarrollados, producidos y colocados en el mercado.

En el futuro, cada vez nos será más necesario combinar dos habilidades: la de los científicos e ingenieros con la de los empresarios. El espíritu emprendedor propio del empresario, encontrando nuevas vías para transformar ideas en productos de mercado, con el avance en el conocimiento de la materia y sus aplicaciones, propio del científico y del ingeniero. Para un efectivo, desarrollo de nuevas tecnologías, debe existir una continua interacción entre científicos y tecnólogos en lo que se refiere a investigación y desarrollo, e ingenieros en cuanto guarda relación contra la industria, para eficientemente trasladar el descubrimiento a la aplicación práctica. 

El desafío es difícil. Nuestro problema no solo es de conocimiento sino de comportamiento. No podemos caer en la actitud de aquella persona cuando al comentarle que nuestros mayores problemas son la ignorancia y la apatía, nos contesta: ni lo sé ni me importa. El pesimismo es estéril. Yo soy optimista, un optimismo no ingenuo sino basado en la calidad del País, de sus jóvenes y de sus personas, en suma.

Más noticias de Opinión / Iritzia