Las AIE llegan a las inversiones de I+D+i atraídas por su elevada rentabilidad

A cambio de los fondos aportados, los inversores reciben los beneficios fiscales de los proyectos

Financiar proyectos de investigación a través de una AIE puede ser una inversión rentable. Foto: Archivo

El desembarco de las Agrupaciones de Interés Económico (AIE) en las operaciones de inversión en I+D+i está ganando terreno. La principal razón de ello es que los inversores reciben los incentivos fiscales como contraprestación a los fondos aportados para financiar los proyectos.

La Agrupación de Interés Económico (AIE) es una figura jurídica que permite la unión de varios inversores para aportan los fondos necesarios destinados a la financiación de un proyecto en una o más entidades. Como retorno a esta inversión los inversores reciben beneficios fiscales derivados del proyecto al que han inyectado su capital.  Este instrumento de financiación alternativo se ha venido empleando en los últimos años para inversiones destinadas, por ejemplo, a la producción cinematográfica de películas y de series españolas, ya que ofrecen un retorno de alta rentabilidad a los inversores.
Una tendencia inversora que se ha extendido a otros sectores profesionales, como es el caso de la investigación en I+D+i, cuyas deducciones por inversión, según recoge la Ley del Impuesto sobre Sociedades, pueden alcanzar el 42% en el caso de los gastos en I+D y un 12% en otras iniciativas relacionadas con la investigación en innovación.

LKS Next Legal ha facilitado la financiación de 60 millones para empresas vascas

“Se genera un círculo virtuoso ya que por un lado, los inversores disponen de créditos fiscales que de otra manera no podrán utilizar, mientras las entidades obtienen recursos financieros para poder financiar los costes y gastos de sus proyectos”, argumenta César Vidal, responsable del Área Fiscal de LKS Next Legal, firma especializada en la gestión de financiación a través de las AIE. Esta empresa ha facilitado durante los últimos cinco años la financiación de 90 proyectos por un valor certificado superior a los 100 millones de euros De este montante, 60 millones han ido destinados a empresas vascas innovadoras, siendo las beneficiarias compañías del sector de la salud y bienestar, biotecnología y nanotecnología, entre otras.
Para Vidal, uno de los principales elementos que hace atractiva esta figura a las entidades receptoras de los fondos reside en que, a diferencia con otras fuentes de financiación públicas, no se requiere que la actividad de I+D+i tenga un “impacto en otros factores”. “El importe que le llega a la entidad no tiene más finalidad que financiar el proyecto, no se exige ni el cumplimiento de requisitos ni un cierto impacto económico como puede ser la generación de empleo o el desarrollo de conocimiento en un área de la ciencia”, concluye Vidal.

 

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