Ikerlan diseña el cerebro de la nueva robótica colaborativa europea
- Estrategia Empresarial (Cuaderno Smart Industry 2025)
- 18-Noviembre-2025
La tecnología de Ikerlan hace que los robots aprendan por imitación.
En la fábrica del futuro, los robots no sustituyen a las personas: trabajan a su lado, aprenden de ellas por imitación y amplían sus capacidades. Esa es la misión del proyecto europeo AI-PRISM, cuyo cerebro se está diseñando y desarrollando en Ikerlan, el centro tecnológico que lidera la creación de la plataforma que hará posible una nueva generación de robótica colaborativa inteligente centrada en el ser humano.
La iniciativa surge en un momento crítico para la industria, debido a la escasez de mano de obra especializada y a la necesidad de establecer procesos más flexibles y seguros en industrias con tareas difíciles de automatizar. En ese contexto, la cooperación entre humanos y máquinas se está acelerando en sectores manufactureros tan diversos como el mobiliario, la alimentación, los electrodomésticos o la electrónica –pilotos industriales del proyecto–, entre otros.
El enfoque de AI-PRISM se aleja del modelo de sustitución del operario. “Al contrario, el propósito es empoderar a las personas, dotándolas de nuevas capacidades a través de la IA”, explica Carlos Calleja, responsable del equipo de Control y Robótica de Ikerlan. “Pretendemos que cualquier persona, incluso sin conocimientos de programación, pueda interactuar con un robot, enseñarle una tarea y aprovechar su ayuda en operaciones de poco valor”, destaca.
Financiado por la Unión Europea con 9,3 millones de euros y coordinado por NTT Data Spain, AI-PRISM reúne a 25 entidades de 12 países para acercar la automatización avanzada a las pymes europeas mediante herramientas intuitivas, adaptables y seguras. En este consorcio, Ikerlan desarrolla la plataforma nuclear del sistema: una arquitectura abierta y escalable, basada en ROS2, que integra sensores, visión artificial, control adaptable y módulos de aprendizaje automático, que actúa como cerebro común para los diferentes robots y algoritmos de los casos de uso.
Gracias a la tecnología desarrollada por Ikerlan los robots aprenden por imitación, observando a los especialistas. “Por ejemplo, aprenden a pintar observando al profesional o son sistemas de visión que ayudan al operario a detectar defectos invisibles al ojo humano. En todos los casos la tecnología está al servicio de las personas”, añade Calleja.
Otro aspecto innovador de este proyecto que llega a su fin a últimos de año es que incorpora la perspectiva de las ciencias sociales y humanas, analizando cómo estas tecnologías afectan a la percepción y la relación entre las personas y las máquinas en el entorno laboral.

