La economía vasca crecerá el 1,5% en 2023 y el 2,1% en 2014 y se generarán 10.000 empleos cada ejercicio

Foto: Irekia

El consejero de Economía y Hacienda, Pedro Azpiazu, ha dado a conocer las nuevas previsiones económicas del Gobierno vasco -tras contar con los últimos datos de Eustat-  que presentan un crecimiento del 1,5% en 2023 y del 2,1% en 2024. En ambos ejercicios se generarán 10.000 empleos y la tasa de paro será del 8,2% para 2023 y del 8,0% para 2024. Esta revisión se ha dado debido a que la incertidumbre se mantiene elevada, y la guerra de Ucrania y la persistencia de la inflación siguen como principales focos de riesgo.
Las nuevas previsiones se han realizado desde una óptica conservadora y prudente, conscientes de que el Banco Central Europeo podría continuar elevando los tipos a máximos históricos ante la persistencia de la inflación subyacente, lo cual lastraría el crecimiento, pero sabedores también de que este mismo año van a comenzar a llegar al tejido socioeconómico los fondos europeos para la recuperación y la resiliencia. De hecho, su impacto podría llegar a añadir al crecimiento previsto entre el 1,6% y el 2,3% del PIB anual en el período 2021-2026, sin contar los efectos de arrastre que puedan llegar a tener.
El viceconsejero de Economía y Fondos Europeos, Iñaki Barredo, y el director de Economía y Planificación, Alberto Ansuategi, han acompañado al consejero en esta presentación, en la que se ha puesto en valor la resiliencia de la economía vasca, cuyo crecimiento potencial es del 1,8%.
El contexto muestra que la eliminación de las restricciones establecidas por la pandemia permitió registrar tasas de variación inusualmente elevadas al comienzo del 2022, pero a partir de la invasión de Ucrania por parte de Rusia la incertidumbre se expandió entre las economías desarrolladas y esto ha frenado el ritmo de recuperación pos-pandémica. Con todo, el saldo anual para Euskadi ha sido muy positivo, con un incremento medio del PIB del 4,4%, por encima de las cifras de los principales países europeos.
“El elevado dinamismo del mercado laboral, unido a las medidas que hemos puesto en marcha los gobiernos para amortiguar las caídas del poder adquisitivo de los agentes económicos, y posiblemente también el colchón de ahorro que las familias acumularon durante la pandemia, han contribuido a sostener el crecimiento económico en niveles significativos”, ha explicado el consejero.
La industria fue uno de los pilares del crecimiento de 2022, con una tasa media anual del 4,6%, ligeramente superior a la media de la economía. El empeoramiento de las expectativas en Europa que se vivió especialmente desde el verano frenó el fuerte empuje del sector, muy abierto a la competencia internacional. No obstante, la demanda de nuevos pedidos, tanto en el interior como en el exterior, permitió que la industria recuperase parte del terreno perdido durante la pandemia, si bien su valor añadido todavía se encuentra por debajo del de 2019.
La construcción dejó atrás la debilidad mostrada en el primer semestre de 2022, atenazada por el encarecimiento de las materias primas y los cuellos de botella. Dichas restricciones se fueron suavizando a medida que pasaban los meses y tanto la edificación como la obra civil dieron muestras de un creciente dinamismo en el tramo final del año.
Los servicios ofrecieron una imagen muy favorable a lo largo de 2022, con un incremento medio del 4,7%, similar al de la industria, pero con una desaceleración menos pronunciada que la de ésta. En el cuarto trimestre, la tasa de variación todavía era del 3,2%. Dentro del sector destaca el fuerte dinamismo que mantiene el bloque de comercio, hostelería y transporte (6,5%), que fue el más afectado por las restricciones de la pandemia y que se aproxima, sin llegar a alcanzarlos, a los valores que registró en 2019.
Desde la perspectiva de la demanda, destaca la pérdida de peso del sector exterior en el crecimiento del PIB. Efectivamente, en la primera mitad del año, la aportación del saldo exterior fue superior a los dos puntos, mientras que en el cuarto trimestre esa aportación fue tan solo ligeramente superior al medio punto, una cifra que sugiere una vuelta a la neutralidad que solía mostrar esta variable antes de la pandemia. De un lado, las exportaciones de bienes y servicios, en términos reales, crecieron en el cuarto trimestre un 4,9%, casi la mitad que en el periodo anterior. De otro, las importaciones aumentaron un 4,7% interanual.
La demanda interna mostró un crecimiento estable durante buena parte del año 2022, con un incremento en el cuarto trimestre del 2,5%, no muy distinto al de los dos trimestres anteriores. Cabe destacar entre sus componentes el comportamiento de la inversión. La formación bruta de capital suavizó su tasa de variación hasta el 2,9%, por un menor impulso de la inversión en equipo (3,6%) y del resto de la inversión (2,5%). Las subidas de los costes de producción y el empeoramiento de las expectativas son dos de las razones que explican esa pérdida de dinamismo de la inversión, aunque las tasas de variación siguen siendo notables.
La inflación es uno de los principales condicionantes del momento actual, por su incidencia en las variables macroeconómicas (consumo privado, inversión, política monetaria, etc.). En el inicio del año, el IPC ha frenado su descenso y en febrero se situó en el 5,8%, muy lejos del objetivo del BCE de situarlo en el 2%. Es de esperar que en marzo retome la senda descendente, por comparación con el mismo mes de 2022, que se vio afectado por el encarecimiento de la energía.
Se anticipa una moderación del consumo privado durante la primera mitad del año 2023, por el recorte del poder adquisitivo que supone la elevada inflación. Sin embargo, la subida de precios de consumo se moderará a partir de marzo y eso permitirá una recuperación del consumo de las familias en la segunda mitad del año. Por su parte, la inversión mantendrá cierto dinamismo, a pesar del difícil contexto económico, y crecerá en el entorno del 2,4% en media anual este año.

Más noticias de Economía / Ekonomia